¿Qué actitud tener ante personas de otras religiones?
Si
bien nuestra actitud debe ser de respeto y caridad, el hecho cierto es
que tenemos un mandato expreso de Cristo de llevar su Evangelio por
todos los rincones de la tierra, a todas las personas.
Recordando lo que nos dice la Exhortación Dominus Iesus:
El Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo enviado por el Padre,
actúa en modo salvífico tanto en los cristianos como en los
no-cristianos y lo hace de manera misteriosa.
No significa esto que porque algunos puedan salvarse fuera de la
Iglesia de Cristo, los católicos estamos excusados de cumplir el mandato
de Jesucristo de evangelizar, pues todos los seres humanos,
pertenecientes o no a otras religiones, están llamados a formar parte de
la Iglesia Católica, instrumento de salvación universal que el mismo
Cristo nos dejó.
¿Cómo realizar esa tarea evangelizadora con otros que no han aceptado el Evangelio de Cristo y/o su Iglesia?
Siendo el Espíritu Santo -y no nosotros- el protagonista de la
evangelización, si nos ponemos en sus manos, El nos guiará cuando nos
llegue el momento de evangelizar a un no-católico o a un no-cristiano o a
un a-religioso o a un ateo.
El testimonio de las vivencias personales, especialmente la vivencia
de nuestra conversión y cómo el Señor actuó y continúa actuando en
nosotros es siempre mucho más convincente que una disertación teológica
católica, aunque a veces también hay que hablar de principios y de la
Verdad, para lo cual -por supuesto- debemos irnos formando
adecuadamente. (CIC # 852 y #856.
¿Cómo se diferencia el ecumenismo del diálogo inter-religioso?
Ecumenismo se refiere al diálogo entre religiones cristianas. Tiene
su motivación a principios del siglo 20 cuando los misioneros cristianos
católicos y cristianos no-católicos causaron confusión y escándalo en
Africa, cuyos habitantes no entendían la división. Se comenzó, entonces a
hablar de “ecumenismo” y en 1948 se funda el Consejo Ecuménico de las
Iglesias.
Luego, a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) la
Iglesia Católica se convierte en abanderada del gran ideal de Cristo
“que todos sean uno” (Jn. 17, 21).
Del diálogo con los “hermanos separados” (cristianos no-católicos)
pasamos al diálogo con “nuestros hermanos mayores” (judíos) y con todos
los hombres de buena voluntad, pertenecientes a muchas otras expresiones
religiosas. A esto se le llama “diálogo inter-religioso”.
¿Quiénes pueden participar en diálogos ecuménicos?
Lo primero que debemos saber es que el Concilio Vaticano II nos dice
que sólo pueden participar en diálogos ecuménicos las personas
“verdaderamente competentes”, es decir, aquéllas que conozcan bien la
historia, doctrina y actividades espirituales tanto de la Iglesia
Católica, como de las demás comunidades religiosas. No basta la buena
voluntad, sino que ésta debe ir acompañada de conocimiento y de
comprensión. Siglos de división y desacuerdo requieren de estas
cualidades de parte de los participantes en discusiones ecuménicas.
¿Qué es y qué no es el Ecumenismo?
Ecumenismo no es dejar de lado o diluir las verdades fundamentales,
pues “nada es más extraño al espíritu ecuménico que un falso enfoque
conciliador que daña la pureza de la doctrina Católica y opaca su cierto
y genuino significado … la creencia Católica necesita ser explicada con
más profundidad y precisión, en maneras y en terminología que nuestros
hermanos separados puedan también realmente entender” (Decreto sobre
Ecumenismo #11).
Este principio lo expuso clarísimamente en 1985 el Papa Juan Pablo II
cuando dijo a la Iglesia Luterana Norteamericana: “Insistimos que la
Iglesia Católica no puede modificar o relativizar su enseñanza, ni negar
la plenitud de la comunión que subsiste en ella de la Iglesia de
Cristo, de la cual ella es portadora”.
Ecumenismo tampoco es lograr conversiones a la Iglesia Católica,
aunque ambas cosas no son excluyentes, según el mismo Decreto sobre
Ecumenismo #4.
Ecumenismo sí es todas aquellas actividades y empresas que, de
acuerdo a las variadas necesidades de la Iglesia y en ocasiones
oportunas se organizan y se inician para promover la unidad entre los
Cristianos.
Dicho en pocas palabras, el objetivo específico del ecumenismo es la
eliminación de los obstáculos que se interponen en el camino de la
unidad Cristiana. Y este fin debe lograrse a través de un diálogo basado
en la verdad, la honestidad y el amor. (CIC #822).
¿Cuál debe ser el balance entre ecumenismo y evangelización?
Aquí planteamos las ideas e inquietudes del Padre Flaviano Amatulli,
fundador y director del Movimiento Apóstoles de la Palabra, originado en
México, pero ya extendido en muchas partes de Latinoamérica. Su
experiencia en la divulgación de la Biblia y el enfrentamiento al
proselitismo de las sectas, resulta muy valioso a la hora de buscar el
necesario balance entre ecumenismo y evangelización.
Según el Padre Amatulli, lo que hemos planteado sobre ecumenismo en
las preguntas anteriores es aplicable sobre todo a Europa, ni siquiera
del todo a los Estados Unidos, como veremos más adelante.
Donde hay proselitismo, se requiere apologética (defensa de la fe). Donde se acepta el diálogo, puede haber ecumenismo.
No todos los que no comparten nuestra fe, tienen una misma actitud
hacia nosotros. Unos pueden estar dispuestos al diálogo. Pero otros
tienen una actitud abiertamente agresiva y proselitista.
Ahora bien, ¿cómo tenemos que reaccionar frente a dos situaciones tan
opuestas? ¿Vamos aplicar la receta del diálogo, la tolerancia y la
buena fe cuando la actitud es de abierto proselitismo y de crítica
frontal al Catolicismo? ¿No es esto dejar de ser sagaces como bien nos
indica el Señor? ¿No es eso falta de responsabilidad con los “débiles en
la fe” que son arrastrados por “lobos feroces”?
He aquí la situación en que nos encontramos:
Contra-misión oriental y musulmana:
Mientras Europa, cansada por los estragos de la guerra en gran parte
causada por el fanatismo de las ideologías, asumía ideales de
comprensión y de unidad, el mundo oriental y el mundo musulmán,
empezaron a vislumbrar la posibilidad de una “conquista
ideológico-religiosa” del mundo occidental.
Así surgieron la contra-misión oriental y los distintos
fundamentalismos islámicos, orientados hacia la afirmación de la propia
identidad cultural, en una actitud de conquista del mundo cristiano.
Explosión de las sectas:
En el ámbito del cristianismo ya existían grupos muy proselitistas:
bautistas, mormones, testigos de Jehová, Adventistas del séptimo día y
la línea evangélica-pentecostal, subdividida en un sin fin de
grupúsculos.
Cuando en la Iglesia Católica latinoamericana, preocupada por el
empobrecimiento de la población, surgió la Teología de la Liberación y
la preocupación por lo social llevó a la Iglesia a descuidar lo
espiritual, ese vacío espiritual lo sintió la gente, vacío que en gran
parte fue llenado por estos grupos religiosos anti-católicos, los cuales
contaban con un fuerte apoyo económico de los gobiernos de Estados
Unidos y de algunos países latinoamericanos.
Esta es una de las causas del crecimiento vertiginosos de los nuevos
movimientos religiosos, pero lo es también el hecho de que se ha
aplicado a estos grupos agresivamente proselitistas la receta
“ecuménica”. Frente a una actitud conciliadora de la Iglesia, toman
bríos para lograr grandes éxitos proselitistas.
Se ha aplicado la visión europea del problema ecuménico a la realidad latinoamericana, muy distinta de la europea.
Apologética y Ecumenismo – dos caras de la misma medalla:
En el fondo, Apologética y Ecumenismo persiguen lo mismo: la unidad.
Una unidad a preservar (evangelización apologética) y una unidad a
restablecer (ecumenismo).
La evangelización apologética es para los que están dentro de la
Iglesia, para que se sientan seguros de lo que profesan y no se salgan.
El ecumenismo es para los que están fuera, para que entren en un proceso de búsqueda de la unidad.
Pero … ¿qué sucedió? Al no poder dialogar con los grupos
proselitistas, nos quedamos con los brazos cruzados, dejando a los
“débiles de la fe” sin ningún tipo de protección frente a la agresión de
las sectas.
El pueblo católico necesita ser protegido de los planes agresivos de
conquista por parte del Evangelismo y de las sectas. Frente al avance de
un ejército invasor, no se puede hablar de paz, dejándolo avanzar a su
antojo. Primero hay que pararlo y luego es posible sentarse a negociar.
El mundo católico está siendo profundamente dañado y perturbado por
los nuevos movimientos religiosos, por lo que se requiere una acción
encaminada a fortalecer la fe de los católicos para hacerlos
impermeables a ese avance agresivo de las sectas. Y esto se puede lograr
con una nueva apologética y promoviendo entre los católicos una vida
espiritual profunda, basada en la oración y en los Sacramentos.
Proselitismo de las iglesias históricas:
Las Iglesias Protestantes, las llamadas iglesias históricas, tienen
también una actitud abiertamente proselitista y agresiva en algunos
lugares de América Latina y en medio de la población hispana en los
Estados Unidos. Y se da el caso de una actitud pasiva por parte de la
Iglesia Católica, para no perturbar el ecumenismo.
Pero, si se sigue aplicando la receta ecuménica europea a una
situación distinta de la europea, el llamado “continente de la
esperanza” podría dejar de serlo.
Posturas adecuadas a situaciones diferentes:
Donde prevalecen las iglesias tradicionales separadas, se debe impulsar más el ecumenismo.
Donde la presencia de las religiones no cristianas es determinante, hay que enfrentar seriamente el diálogo inter-religioso.
Pero donde prevalecen grupos proselitistas, se requiere
evangelización apologética, espiritualidad y sacramentos, de manera de
preparar católicos que “sigan adorando interiormente al Señor, a Cristo,
y siempre estén dispuestos para dar una respuesta acertada al que les
pregunte acerca de sus convicciones” (1 Pe. 3, 15).
ORACION
Que el conocimiento de otras religiones
nos lleve a diferenciar entre la equivocación y el equivocado,
que una cosa son las fallas en la verdad,
y otra, los seres amados por Tí,
que no poseen la plenitud de la Verdad.
Te pedimos gracias especiales
para que muchos puedan llegar a la Verdad
que eres Tú, Señor.
Aumenta en nosotros el deseo de participar
en la Nueva Evangelización,
a la que nos está llamando
el Papa Juan Pablo II,
aplicando los conocimientos recibidos
en estos Círculos Teológicos
y orando como si todo dependiera de Tí,
porque -de hecho es así:
nosotros sólo te ofrecemos nuestra disponibilidad
y contamos con tu gracia
que todo lo puede y todo lo hace.
Amén.
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