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viernes, 24 de agosto de 2012

LISTOS PARA LA GRAN MISIÓN - INTRODUCCIÓN

AUTOR:   P. Flaviano Amatulli Valente; Fundador y Director General de los Misioneros Apóstoles de la Palabra.

Con Aparecida la Iglesia toma su rumbo original, que consiste en formar a verdaderos "discípulos y misioneros de Cristo", condición esencial para volverse en "sal y luz del mundo" (Mt. 5, 13 - 14). Su toma de conciencia llega al grado de reconocer la urgencia de una "Misión Continetal" y aceptar el compromiso de promoverla con todas sus fuerzas. algo totalmente inédito e inesperado, después de años de inercia apostólica, a causa de un malentendido afán de diálogo ecuménico e interreligioso y una fascinación desbordante por lo social, político y económico, que en muchos casos a llevado al derrumbre del catolicismo y la afirmación de los grupos proselitistas, más agresivos apostólicamente y más sensibles hacia lo espiritual.

Ahora el reto consiste en saber cómo llevar adelante el compromiso misionero adquirido, teniendo en cuenta el hecho de que en este asunto prácticamente nos encontramos en pañales, acostumbrados al discurso evangelizador altisonante y demagógico, sin una incidencia efectiva en la realidad. es convicción común entre muchos pastores y feligreses de buena voluntad que ahora sí el asunto va en serio, es decir, que por fin esta vez lograremos arrancar con algo efectivo en la línea de la misión, superando cualquier complejo de culpa con relación al pasado y todo temor a volvernos proselitistas como la competencia, puesto que en nuestro caso se trata sencillamente de ayudar a nuestra gente a encontrarse con Cristo y su Evangelio, sean católicos alejados, confundidos o metidos ya en otras organizaciones religiosas por falta de la propia identidad como miembros de la Iglesia de Cristo.

A este respecto, además, nos resulta difícil entender el por qué de tantos titubeos o reticencias de parte de algunos pastores de almas. Nos preguntamos: "Si los de la competencia, utilizando métodos lícitos e ilícitos, están logrando conquistar a tantos hermanos nuestros, ¿por qué no lo vamos a lograr nosotros, si pertenecemos a la misma Iglesia y contamos con demasiados elementos en común? ¿Acaso para convencer a uno a entregarse a Cristo será absolutamente necesario recurrir a la dádiva, el temor o la amenaza, como se acostumbra en las filas de la competencia? ¿Acaso el interés personal, el odio y la mentira pueden más que el amor al hermano y el sentido de obediciencia a la voluntad de Cristo?".

Sin duda, para la Iglesia del continente americano se trata de un reto histórico sin precedentes, donde tendrá la oportunidad demedir, con toda claridad y sin pretexto alguno, su grado real de madurez cristiana y su capacidad real de enfrentarse a todo tipo de adversidad con tal de permanecer firme en la fe recibida desde hace quinientos años a costa de tantos sacrificios. O el Continente de la Esperanza y del Amor pronto se volverá en el Continente de la Pesadilla y la Confusión. Quod Deus avertat ( ¡Qué no lo permita Dios!).

Nueva York, U.S.A. a 20 de noviembre de 2009.
P. Flaviano Amatulli Valente, fmap.


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