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sábado, 25 de agosto de 2012

LISTOS PARA LA GRAN MISIÓN - PARTE I

Por el  P. Flaviano Amatulli Valente, fmap

PRIMERA PARTE


 CAPÍTULO 1: DINAMIZAR LA IGLESIA



¿Qué representa una Misión para una comunidad
cristiana? Una oportunidad para “despertar” de la
inercia, la rutina o el sueño. La comunidad toma
consciencia de su ser y quehacer como Iglesia, mide
sus fuerzas y se lanza a la acción para hacer realidad
el sueño de Cristo al fundar su Iglesia (Mt 28, 19).
Y aquí pronto se presenta la primera grande
dificultad: los capitanes no tienen experiencia al
respecto. Conocen la teoría de la misión y muchos
cuentan hasta con títulos académicos en misionología,
pero carecen de práctica; son expertos en preparar
documentos teológicamente perfectos acerca de la
misión, pero desconocen las estrategias concretas para
alcanzar la meta. Parece que digan: “Tomemos las
armas y vayan a pelear”. Y los soldados se confunden,
se enredan y se acomplejan.
Desde un principio se pretende detallar todo el
camino a recorrer. Hojas y hojas de conceptos y planes
totalmente imaginarios, como si se tratara de un guión
para telenovela. Y la realidad se resiste. Y llega el
desaliento y el fracaso. Una historia muchas veces
repetida.
Primer punto: la misión no es un cuento o una
novela. La misión es lo más sagrado que tenemos,
algo que ahonda sus raíces en la esencia misma de la
Iglesia. Baste recordar el mandato de Cristo: “Vayan
por todo el mundo y prediquen mi Evangelio a toda
creatura” (Mc 16, 15); “Vayan y hagan que todos los
pueblos sean mis discípulos” (Mt 28, 19).

“Vayan”, dijo Jesús. No dijo: “Hablen de la Misión”.
La Misión no es literatura pura o tratado de teología.
Es acción, práctica y entrenamiento. Y
desgraciadamente en este asunto los comandantes no
cuentan con la experiencia necesaria. Su preparación
es puramente teórica. En realidad, en los seminarios
se estudia y nada más. No se experimenta lo que se
aprende. Y ahora vienen los problemas.
Segundo punto: si de veras queremos realizar la
Misión, tenemos que proceder paso a paso y codo a
codo pastores y ovejas, oficiales y simples soldados,
aunados en el mismo ideal de dinamizar la Iglesia,
volviéndonos todos cada vez más activos, perspicaces
y apostólicamente más agresivos. Para los teóricos,
los flojos y los fatalistas no hay Misión.


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